Neo: Me duelen los ojos.
Morfeo: Es porque nunca los habías usado…
(The Matrix)
Alguna vez Paulo Freire escribió que la realidad no era así, sino que la realidad estaba así; y estaba así, no porque ella quisiera, pues ninguna realidad era dueña de sí misma; la realidad estaba así, porque estando así, servía a determinados intereses del poder; y, en consecuencia, nuestra lucha debería ser por cambiar la realidad y no acomodarnos a ella. En otras palabras, Paulo Freire daba entender que la realidad se construía socialmente, y uno podía conformarse en ella, o cambiarla a ella.
Hoy día, algunos hablan de cómo se crean las ideas y los pensamientos después de haber ido a ver el filme “Inception”, que en verdad envía un gran mensaje para quien lo quiera y pueda ver; pero esto no es nuevo. Desde hace años estamos recibiendo mensajes que nos invitan a abrir los ojos, a darnos cuenta de dónde venimos, en qué lugar estamos y porqué estamos aquí, de que las cosas pueden ser de otra manera (sólo basta ver las historias en They live, Matrix, V for Vendetta, Tierra de ciegos, Todo el poder, Aeon Flux, Reyes de la Calle, y recientemente War Inc., Sector 9, Sherlock Holmes, Avatar, entre otras muchas formas de comunicación en cine, televisión, literatura, y otros foros), tratando de convertirse en acción que provoque una reacción; pero al parecer no ha surtido el efecto esperado, pues seguimos dormidos, sin querer ver más allá de lo evidente, como dijera León-O.
La realidad se construye socialmente, pues el ser humano tiene una personalidad construida y edificada por fenómenos de interacción y comprensión de las actuaciones sociales: es decir, la personalidad se aprende y la siembra de las ideas en un ser humano es más sencillo de lo complejo que se dice ser.
La comunicación juega un papel significativo en el proceso de construcción social de la realidad. El ser humano recibe un estímulo, y con ese inicio construye la interpretación de una situación en base a la cual va a actuar. Los padres y primeras relaciones transmiten un determinado discurso que precederá y condicionará la evolución individual; la persona logra así una acumulación de tipificaciones que constituye la propia “subjetividad”, la que define al mundo, pero ello no es sólo producto de un conocimiento individual, ya que se acumulan las subjetividades de los individuos significantes que lo rodean: así construye su realidad, con base a los estímulos recibidos que buscan moldear una realidad acorde a determinados intereses.
El estudio de la realidad construida permite pensar al hombre, ya no como objeto de experimentación, sino como sujeto de determinada realidad social. Entonces las formas de actuación de una persona surgen gracias a las relaciones de comunicación, pues mediante los procesos de comunicación y lenguaje, la personalidad innata se construye, y el medio ambiente determina la forma de pensar y reaccionar del individuo.
Así, la sociedad es posible gracias al entendimiento de los sujetos a través del lenguaje, pero la actual sociedad mantiene una comunicación distorsionada que no permite la participación en la toma de decisiones, pues sustituye el lenguaje de fraternidad y ayuda mutua, por el del individualismo, el dinero y el poder; es decir, manipula el lenguaje para que la sociedad crea que participa en el discurso, pero en sí no participa en tales acuerdos que genera el sistema.
Esa comunicación logra la interacción de los sujetos para organizar, relacionar y conciliar el mundo objetivo (material), mundo subjetivo (interior) y el mundo social (normativo y de relación), con la finalidad de generar ciertas conductas. Esa comunicación busca el consenso tratando de que se comprenda un significado y se acepte como válido (lo que se acepta, no necesariamente por ser verdadero) para lograr una realidad social determinada.
El problema es que el discurso o comunicación se utiliza para someter a la persona y reducirla a objeto del sistema, y que actúe conforme a la estructura, al impedírsele que llegue a un desarrollo personal y humano. Esa comunicación construye su realidad dentro de la estructura, mediante un proceso socializador que en ocasiones lo hace acrítico, carente de interpretación, y le construye una personalidad para el consenso de intereses grupales y superiores, en los que no está incluida la mayoría de la población. El discurso maneja a las culturas y las deforma para hacerlas cuadrar con las necesidades del poder.
El discurso del Estado y el Derecho sirve para intervenir y colonizar las diferentes áreas de la vida de los individuos en esta construcción de la realidad. El Derecho presta al poder económico la apariencia de legitimidad o validez del discurso para someter a los seres humanos, y crear formas de comunicación acorde a sus intereses. El Derecho aparece como un beneficio de la sociedad, pero simplemente hay que analizar quién se favorece realmente con su aplicación, y así sabremos de quién es la voluntad de producirlo: hay que observar que problemas resuelve y a favor de quien, para percatarnos de quién es la voluntad plasmada como norma, que generalmente es la de quien detenta el poder, no de los seres humanos a los que se dirige.
El discurso logra su cometido cuando la mayoría lo considera como el mejor argumento (construye sus realidades), y los disidentes no pueden refutar su validez ni convencer a la mayoría de lo contrario.
Y es ahí donde aparece el mensaje que se nos está enviando: la realidad en que estamos viviendo no genera bienestar humano; la realidad debe ser cambiada para lograr la equidad y el equilibrio en los individuos, mediante un acuerdo basado en argumentos racionales, que busquen conjuntamente su bienestar, desarrollo y la satisfacción de sus necesidades como ser humano. Se requiere fraternidad y humanismo, y dejar a un lado el egoísmo: hay que ponernos en el lugar de todos aquellos que se ven afectados con las acciones de la actual realidad social, y verificar si en verdad logran esa satisfacción, respecto a la dignidad y desarrollo de vida de los seres humanos.
La realidad actual es resultado de procesos sociales y estatales de definición, no de una realidad previamente existente, sino construida social e institucionalmente. ¿Cambiamos esa realidad, o nos acomodarnos a ella?…
Lo último será lo primero…
A finales del mes de julio, se informó que en lo que va de la LX Legislatura del Congreso del Estado de Aguascalientes, se han aprobado más de un centenar de reformas y adiciones a la Legislación Penal, con las cuales se crearon nuevos delitos, se aumentó el número de hechos punibles calificados como graves, y se endurecieron e incrementaron las sanciones, con el fin de inhibir las conductas ilícitas.
El sistema penal es reflejo de la estructura e ideología de una sociedad; podría decirse que es una radiografía del nivel cultural de sus integrantes. Si queremos conocer que tan represora o liberadora es una sociedad, su legislación penal es un elemento para verificarlo. Entre más delitos y más altas las penas, tenemos una sociedad más autoritaria y restrictiva de las libertades. Entre menos delitos y menos duras sean las penas, veremos una sociedad más democrática y ampliadora de sus libertades. ¿Cuándo se dará cuenta el pueblo de que el combate a la delincuencia no es efectivo con la creación de delitos o el endurecimiento de penas? Y me refiero al pueblo, pues muchas autoridades desde hace tiempo se dieron cuenta que es más barato y menos costoso reformar la ley, y hacer creer que con eso se soluciona el problema delictivo, que atender y acabar realmente con las condiciones de desigualdad, pobreza, marginación y denigración que se viven en la mayoría de los estratos de nuestra sociedad.
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