sábado, 9 de junio de 2012

El aprendiz enseña y el maestro aprende (a propósito del día del maestro y el estudiante)


“Si das pescado a un hombre hambriento lo nutrirás una jornada. Si le enseñas a pescar lo nutrirás toda la vida”.
Lao Tse

Un paradigma es un modelo resultado de creencias o imposiciones establecidas; un cómo hacer, sin saber el por qué se hace de esa manera, y sin cuestionar o pensar si existe una mejor forma o distintas formas. Algo que se acepta sin discutir, y se sigue sin entender.

Unos científicos pusieron cinco monos en una jaula; en el centro de la jaula estaba una escalera que en su parte superior tenía unos plátanos. Cuando uno de los monos hacía por subir por los plátanos, los demás recibían un baño de agua fría. Después de varios baños de agua fría, cuando un mono hacía por subir por los plátanos, los demás lo bajaban a golpes. Después de algunas tranquizas, ninguno de los monos hacía por subir a pesar de la tentación de los plátanos.

Los científicos sustituyeron a un mono viejo por uno nuevo. Lo primero que hizo el nuevo fue tratar de subir por los plátanos, pero fue recibido a golpes por los demás. Después de un tiempo de ser golpeado ya no hizo por subir por los plátanos. Se sustituye un segundo mono viejo por otro nuevo, el cual es golpeado al querer subir por los plátanos, golpiza en la que participó enjundiosamente el anterior nuevo mono. Eso mismo se hace con los monos restantes, hasta que los científicos se quedaron con un grupo de cinco monos nuevos que, a pesar de no haber recibido baños de agua fría, se golpeaban cuando querían subir por los plátanos.

Si les preguntáramos por qué hacen eso, y pudieran contestarnos, probablemente nos dirían: “no sé, pero esto siempre se ha hecho así aquí…”
El aprendiz y el maestro rompen los paradigmas; caminan, evolucionan y hacen que el ciclo avance.

Alumno es el que recibe la luz, al que se alimenta, al que se nutre para llegar alto. Magisterio, maestro, mago, es el que está más alto. Tal vez por eso Issac Newton dijo que si había visto más lejos, era porque se encontraba en hombros de gigantes.

La mejor forma de aprender es enseñando. Buscando lo que ha de enseñarse y enseñando lo encontrado. El maestro muestra la puerta, y el aprendiz decide si la cruza. El maestro proyecta la luz a quien quiera recibirla, enviando el mensaje de que no hay que buscar a fuera lo que está dentro uno mismo. El maestro es alumno, el alumno es maestro, pues la vida es una constante exposición de experiencia y conocimientos que se aprenden y se enseñan, que se viven y comparten, un ciclo interminable donde el final es el comienzo.

La curiosidad, el cuestionar, el dudar y el saber escuchar a la intuición, es lo que ayuda a aprender; a superar los miedos que surgen por lo desconocido; lo que no conozco se vuelve conocido, lo entiendo, lo comprendo, y lo transmito. Todos somos aprendices y maestros a la vez; todos buscamos el por qué y lo compartimos; todos tratamos de superar el vicio y la ignorancia, para proyectarnos en luz.

Y a pesar de que los muertos que caminan, los autómatas, los que son repetidores pero no creadores, se resistan a que el aprendiz y alumno busquen, comprendan, compartan, avancen, duden nuevamente y vuelvan a buscar; la luz siempre saldrá triunfante, pues cuando ladran los perros, es señal de que se avanza (“Bienaventurado aquel al que ladran los cretinos, porque su alma nunca les pertenecerá”, Carlos Ruiz Zafón):

“Cuenta la leyenda, que una vez, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido y con miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir. Huyó un día y ella no desistía, dos días y nada. En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente:

- ¿Puedo hacerte tres preguntas?
- No acostumbro dar este precedente a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar.
- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
-No.
- ¿Yo te hice algún mal?
- No.
- Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
- ¡Porque no soporto verte brillar!”
El aprendiz y el maestro ejercitan la inteligencia para dudar de todo; razonan para comprender el todo, y escuchan su intuición para entender y formar parte del todo; luego continúan dudando para nuevamente conocer.

Esas son las características del aprendiz y el maestro, ser un poco utópicos, ya que las utopías ayudan a caminar.

Un verdadero maestro es aquel que enseña para aprender; el que entrega sus alas rotas para que el alumno aprenda a volar; el que da sus ojos secos para que aprenda a observar; a cambio de que el alumno le enseñe que sabe enseñar…

Lo último será lo primero

Publicado en el “Cronista del Valle”, de Bronsville, Texas, el 26 de Mayo de 1926. La hipótesis del escritor Antonio Saborit, es que el poema fue escrito por Guillermo Aguirre y Fierro (autor del brindis del bohemio):

“El león falleció ¡triste desgracia!
y van, con la más pura democracia,
a nombrar nuevo rey los animales.
Las propagandas hubo electorales,
prometieron la mar los oradores,
y… aquí tenéis algunos electores:

Aunque parézcales a ustedes bobo
las ovejas votaron por el lobo;
como son unos buenos corazones
por el gato votaron los ratones;
a pesar de su fama de ladinas
por la zorra, votaron las gallinas;

La paloma inocente,
inocente votó por la serpiente;
las moscas, nada hurañas,
querían que reinaran las arañas;
el sapo ansía, y la rana sueña
con el feliz reinar de la cigüeña;

Con un gusano topo,
que a votar se encamina por el topo;
el topo no se queja,
más da su voto por la comadreja;
los peces, que sucumben por su boca,
eligieron gustosos a la foca;
el caballo y el perro, no os asombre,
votaron por el hombre,

Y con dolor profundo
por no poder encaminarse al trote,
arrastrábase un asno moribundo,
a dar su voto por el zopilote.

Caro lector que inconsecuencias notas,
Dime: ¿no haces lo mismo cuando votas?”

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