No hay camino para la Paz, la Paz es el camino…
Gandhi
En conmemoración al día de la
Paz (que todos los días deberían ser días de la Paz, pero en fin) les presento
una reflexión basada en un tiempo de meditación y de lectura, cuyo título surge
de la letra de la canción “I Am the Walrus” de los Beatles, que contiene un
fuerte mensaje a través de la palabra: di la palabra y serás libre, como los
mismos Beatles decían en otra de sus canciones “The Word”.
Imaginen que el ser humano es mucho más que algo físico; que
el cuerpo es un traje mediante el que nuestro pensamiento nos permite
experimentar en este mundo físico. Imaginen que nuestro cerebro nos conecta más
allá de lo físico; no que pensemos desde el cerebro, sino que a través de éste
nos conectamos con un campo de energía que llamamos mente. Las emociones son
otro campo de energía, y estos campos están conectados en chakras o círculos de
luz.
Ahora
recordemos que muchas veces olvidamos que somos energía. Démonos cuenta de que
a veces pensamos que vivimos en un “mundo” cuando en verdad vivimos en un campo
de energía; el problema es cuando nos atrapamos en un único campo y no vemos ni
nos conectamos con los demás campos de energía.
El
mundo que vemos, es una pequeña parte del infinito en el que nos encontramos. Como
dice un investigador, el mundo físico es como una emisora de radio, y nuestros
sentidos físicos se sincronizan con esa frecuencia, y por ello es todo lo que
vemos. Pero a nuestro alrededor hay infinitas frecuencias, más allá de nuestros
sentidos. Otros seres, como algunos animales, no tienen problemas en captar
estas frecuencias. El ser humano cuando es bebe, también tiene contacto con
estas frecuencias, hasta que se desconecta por condicionamientos sociales, lo
que a veces se le llama “maduración”. Es donde el asombro y la curiosidad se
pierden por la cotidianeidad, la comodidad y el conformismo.
Desde
esta frecuencia física sólo podemos ver el 1% de todo lo que está ahí. Como lo
dice el mismo investigador, cuando abramos la mente y expandamos la percepción,
estaremos viviendo en frecuencias con una conciencia infinitamente mayor acerca
de quiénes somos y la naturaleza de la vida.
Volviendo a la alegoría del radio, cuando cambiamos de
estación, dejamos de escuchar la primera porque estamos en otro rango, pero la
primera estación no ha desaparecido; sigue emitiéndose, pero no podemos
escucharla. Si decidimos sintonizarla de nuevo, ahí la encontraremos.
Lo
mismo ocurre con nuestra energía: somos pequeñas gotas de agua en un océano de energía
que adopta infinitas apariencias. Este océano tiene diversas densidades de
energía. En este momento nos encontramos en la densidad del mundo físico, pero
todas las demás frecuencias están a nuestro alrededor y fluyendo entre
nosotros, aunque sólo percibamos lo que nuestros sentidos pueden ver, tocar,
oler, oír y saborear; es la cárcel del que se habla en la película “Matrix”, la
que nuestro cerebro interpreta como lo único real.
El
hecho de que no seamos capaces de observar estas frecuencias, no significa que
no existan, sino que nuestra percepción es limitada. La materia es energía
densificada en una vibración lenta, pero todos somos una única conciencia que
experimentamos subjetivamente en lo individual. Somos lo que imaginamos y
concretizamos. Somos una idea concretizada de una mente universal, y las ideas
son a prueba de balas. Somos esa mente universal.
Ya
lo dijo Einstein: la energía no se destruye, sólo se transforma. Nuestra
conciencia es energía, no se destruye. Simplemente cambiando la frecuencia
(temperatura) de la materia, se transforma a diversas densidades: el hielo se
vuelve agua, el agua se vuelve vapor, y el vapor se hace más sutil. Todo es la
misma energía pero en un estado distinto. Vean la nueva versión cinematográfica
de “El aprendiz de brujo” con Nicolas Cage.
El
cuerpo físico del humano tiene varias frecuencias o densidades. Cómo aparece un
objeto o una persona, depende de la frecuencia desde que se le observe. Como
ejemplifica el mismo investigador, los “rayos X” se sintonizan con frecuencias
que coinciden con estructuras óseas, de manera que no retratan la carne
externa, que vibra en otra frecuencia. Los rayos X no muestran paredes de
edificios, sino las barras de hierro internas. Si observamos el mundo desde una
frecuencia similar a los rayos X, lo veremos en forma muy diferente, pero si
consideramos leyes físicas de una frecuencia, para valorar o ver otras
frecuencias, nunca saldremos de la ignorancia. Lo que puede aplicarse a una
frecuencia, es para esa frecuencia y no para otra. Algo así como alguna vez
dijo Antonio Gramsci, refiriéndose a la ciencia: “creer que se puede hacer
avanzar una investigación científica aplicándole
un método tipo, elegido porque ha dado resultados en otra investigación, a la
que se adaptaba naturalmente, es una extraña alucinación que tiene muy poco que
ver con la ciencia…”
Todo, desde el aire hasta una gota de agua, desde el fuego hasta un pedazo
de tierra es energía en movimiento. Entre más despacio vibre, más sólido
parece, y entre más rápido se mueva, más transparente llega a percibirse, hasta
un momento en que pareciera que desaparece. Insisto, vean la película de “El
aprendiz de brujo”.
Somos
nuestra propia imaginación: nuestras vidas, nuestra experiencia física, son una
manifestación de nuestros pensamientos. Somos lo que creemos que somos. Nuestra
imaginación sobre nosotros y el mundo que nos rodea, se convierte en nuestra
experiencia física. ¿Piensas que eres tonto? Serás tonto, ¿piensas que sólo lo
bueno le pasa a los demás? Sólo lo bueno le pasará a los demás. El pensamiento
todo lo crea, nuestros pensamientos lo crean. Como dice el investigador, en el
mundo físico, el tiempo que transcurre entre el pensamiento y su manifestación
física puede ser extenso. Lo que vemos en el mundo físico como creación humana,
no existiría si alguien no lo hubiera pensado (¿les recuerda a Linterna Verde?).
Pero en otros rangos de energía, donde es menos densa, el pensamiento y su
manifestación se da en un instante; lo cual significa que vivimos en una
ilusión, porque el mundo es un reflejo, es un espejo del pensamiento humano
(recuerden la escena de la película “Matrix” donde Neo se refleja en el espejo
roto). Como creamos que es el mundo, así será; será nuestra percepción de lo
que es.
En
la película Matrix, existe una escena donde un niño dobla una cuchara y le dice
a Neo: “la cuchara no existe; no se dobla la cuchara, sino que tú eres el que
te doblas…”; eso podría interpretarse que la realidad física es simplemente lo
que uno cree que es real. Como lo dice el investigador, si nos diéramos cuenta
que ni siquiera vemos a los objetos, sino la luz que están reflejando, y que
ese reflejo entra a nuestros ojos de cabeza, y el cerebro tiene que percibirlo
en la posición correcta; si nos diéramos cuenta que no oímos el sonido, sino
que nuestros oídos convierten la presión que pasa a través de la atmósfera en
distintas ondas y nuestro cerebro las transforma en el sonido que percibimos,
tal cual lo hacen los radios y las televisiones, pues las emisiones no se dan
en forma de imágenes o sonidos, sino en ondas o vibraciones que son
decodificadas, nos daríamos cuenta que lo real es nuestra energía llamada
pensamiento.
Vivimos
en universos personales que coinciden y se conectan con otros universos.
Observamos lo visible, el mundo físico, y lo que hacemos con él se convierte en
nuestra realidad o universo personal. Nuestras visiones se conectan o
dispersan, dependiendo la percepción del propio universo. Pero esa percepción
no es lo que realmente es, sino lo que creemos que es: una ilusión generada por
nosotros mismos. Cuando una mente está convencida de algo, eso se convierte en
su realidad física.
Como dice el
investigador, no somos nuestro cuerpo; éste es solo un nivel temporal para
experimentar en esta frecuencia del mundo físico. El cuerpo es una proyección
de la conciencia para interactuar con la energía densificada. Platón nos lo
dijo: los cuerpos son solamente las sombras de la verdadera realidad. Cada
partícula es una imagen del todo. Pero una proyección es una ilusión, y somos
más que esa proyección física.
Somos lo que ha
existido, existe y existirá. Yo soy él, tú eres él,
tú eres yo, y todos somos todo… No somos parte de la energía, sino que somos la
energía. No somos un yo o un nosotros, sino un todo infinito. Las divisiones
entre nosotros son una ilusión, y los conflictos entre nosotros son conflictos
dentro de uno mismo. El conflicto exterior es expresión del conflicto interior,
y con los que interactuamos son proyecciones externas de nuestro ser interno;
de ahí la ley de la atracción o karma: mala energía atrae mala energía, buena
energía coincide con buena energía.
Como dicen “Los Pingüinos de Madagascar”: No hay que buscar afuera lo que
está dentro de uno. La respuesta está dentro de ti. Si buscas afuera nunca lo
encontrarás. Los problemas que vemos en el exterior, son el estado y las
actitudes de nuestra conciencia. ¿Queremos Paz? Para cambiar lo exterior, hay
que cambiar la proyección de ese exterior. Es simplemente una elección, una elección
que se reduce a que si en verdad nos estimáramos los unos a los otros, no
proyectaríamos conflictos al mundo exterior. No hay caminos para la Paz, la paz
es el camino…
Como dice el investigador, existimos en todas las densidades; nuestro
núcleo es amor puro, la chispa de divinidad que todos tenemos. Somos energía
pura, simplemente somos eso. Todo lo es, todos somos uno. Somos todo el tiempo,
todos los lugares, todo el pensamiento, todo lo que existe. Este amor puro se
hace de diversas densidades externas para interactuar y experimentar. Y todo, a
excepción de esta chispa de amor, se trata de una ilusión.
La cúspide de la película Matrix se da cuando Neo deja de ver el mundo como
distintas personas y objetos, y ve todo como una corriente de números en
movimiento. Expandió su conciencia más allá de los límites físicos, y se abrió
a quien realmente es, dejando ir a aquel que la ilusión le decía que era. Si realmente
somos ese amor puro, nos podemos desprender de nuestro cuerpo físico, y nuestra
conciencia se convertirá en esa chispa de amor que es toda la existencia.
Como concluye el investigador, el mundo externo presenta las consecuencias
de nuestras proyecciones. Para cambiar esa realidad hay que darnos cuenta que
el mundo físico es una proyección, una ilusión, creada por nuestras propias
mentes. Como dijo Freire, ninguna realidad es dueña de sí misma. El miedo, la
venganza, el odio, son las bajas vibraciones que nos mantienen en la ilusión.
El amor es lo que nos conecta al nivel más elevado de todo lo que existe.
Si nos cambiamos, cambiaremos al mundo, se trata de un efecto mariposa. El
mundo físico solamente es una atracción que podremos cambiar siempre que así lo
queramos. No hay que buscar afuera lo que está dentro de ti. Y eso que buscamos
es simplemente amor. ¿Queremos Paz?, como lo dijeron los Beatles: todo lo que
necesitamos es amor…