jueves, 14 de enero de 2016

Políticas del miedo, ¿políticas de Estado?

“Es toda una experiencia vivir con miedo…” Blade Runner (1982).
 
Estados Unidos nuevamente se ha visto envuelto en tiroteos domésticos con víctimas mortales. Según la información que corre en la red, al mes de noviembre se habían realizado 355 tiroteos, con muertes de 462 personas y 1,314 habían sido heridas. A pesar de que en 2013, en ese país murieron aproximadamente 33,636 personas con disparos de arma de fuego, no relacionados en sí con tiroteos, y de que también es alta la cifra de muertes por accidentes o resfriado común, los recientes incidentes en California se han difundido masivamente y comienzan a tomarse decisiones para “impedir” nuevos ataques.
 
En el mes de julio, después de otro tiroteo, un burócrata estadounidense declaró que la seguridad cibernética impedía rastrear comunicaciones que implican “actividad criminal” o “potenciales complots terroristas”. Hace unas semanas, el mismo funcionario anunció un nuevo sistema de alarma terrorista, y si bien no dio detalles del mecanismo, en aquella declaración de julio dijo que las redes sociales “daban pistas” de lo que se podía estar planeando, y para mantener la seguridad, debía equilibrarse la “seguridad física básica y una sociedad libre”. Con esto podemos imaginar hacia dónde sigue caminando el mundo de las libertades, y cualquier parecido con “la seguridad del Estado por encima de la seguridad del individuo” del Estado monárquico o fascista, es mera coincidencia.
 
El ser humano teme a lo que no conoce, y ante el discurso de la existencia de un enemigo dañino, se restringen los derechos, y resulta mejor no salir del domicilio para evitar alguna afectación. Influenciar implica ejercer poder; determinar conductas a ciertos fines, y quien logra influenciar, mantiene poder. Hay muchas formas de influenciar, y una de las más efectivas es a través del miedo. Si provocas miedo a una persona, lograrás que disminuyan sus procesos de razonamiento y responderá emocionalmente, pues lo único que busca es que la situación de miedo desaparezca. El miedo es el más peligroso de los sentimientos colectivos, según André Maurois; está siempre dispuesto a ver las cosas peores de lo que son, de acuerdo a Tito Livio, y puede llevar a los hombres a cualquier extremo, como lo afirmó George Bernard Shaw.
 
En otra ocasión escribí que Al Gore, en su libro “El ataque contra la razón”, habla de una estrategia gubernamental llamada “política del miedo”, que consiste en la creación de escenarios que provoquen miedo con fines e intereses muy propios de las autoridades; afirma que a veces la razón disipa el miedo, pero el miedo anula con más frecuencia la razón. Por otro lado, Naomi Klein, en su texto “La doctrina del shock”, expone como los desastres o tragedias sociales son empleados para superar obstáculos que en situaciones normales no podrían evadirse (como crear leyes que restrinjan derechos para hacer frente a esas calamidades). Finalmente, Olivier Clerc, menciona a una rana que estaba en una cacerola con agua, y no se daba cuenta que estaba siendo hervida: la afectación, si es lenta y pausada, no se siente, no provoca reacción, hasta que es demasiado tarde.
 
Ahora bien, los recientes eventos que han sido catalogados de terrorismo internacional o doméstico, son actos que repudio profundamente, pues ningún acto, necesidad o expresión, justifica afectar violenta y cruelmente a seres humanos. Lo que tenemos hoy es producto de una sociedad que no es fraterna ni solidaria, mucho menos humana. Pero el problema aumenta cuando se aprovecha el conflicto para emitir un discurso de poder, e incrementar su capacidad de control y sometimiento de la población, sin resolver realmente el problema de fondo. Los ataques se toman como oportunidad para provocar peticiones de reacción contra el problema, y producir acciones para garantizar la seguridad pública, mas no del individuo; y el combate al terrorismo, aunque el afectado intermedio sea el individuo.
¿La violación de derechos humanos, o los delitos, se combate con más violación de derechos humanos, con restricción de los derechos de la sociedad? Es cierto que la población llega a sentirse insegura y tener miedo; pero dudo cuando se aprovecha un evento para incrementar la mano dura (problema-reacción-solución): normas que justifiquen un estado intervencionista y policial, mayores facultades represoras del Estado, y disminución de derechos de los seres humanos; pues el sistema no se dirige sólo a “terroristas”, ya que el ciudadano común es el más sometido a esas políticas.
 
Si se pretende acabar con las situaciones que crean esa clase de actos, no es con el incremento de funciones policíacas frente a la disminución de los derechos; la prevención será eficaz cuando se satisfagan adecuadamente las necesidades sociales, y se incremente la educación y valores de los ciudadanos; cuando el interés económico y político deje de estar por encima de los derechos individuales; pero el discurso menos costoso siempre será el del combate a través de la inflación del sistema represivo contra el ser humano.
 
Olvidar implica repetir, y lo que ocurre ahora no es algo nuevo, basta echar una mirada a la historia para detectar el reinicio del ciclo. A final de cuentas, lo objetivo no es lo que vemos, sino lo que percibimos de acuerdo a nuestro filtro de observación.

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