lunes, 16 de noviembre de 2015
A fuego lento...
La realidad se construye mediante el entendimiento de las personas a través del lenguaje: las personas, mediante el habla o signos, interactúan en la vida para lograr una coordinación social. La comunicación juega un papel significativo en el proceso de construcción social de la realidad. El ser humano recibe un estímulo, y con ese inicio construye la interpretación de una situación en base a la cual va a actuar. La familia y primeras relaciones transmiten un determinado discurso que condicionará la evolución individual; la persona logra así una acumulación de conceptos que constituye su propia subjetividad, la que define al mundo, pero ello no es sólo producto de un conocimiento individual, ya que se acumulan las comunicaciones de personas que le rodean: así, el ser humano construye su realidad, con base a los estímulos recibidos que buscan moldear una personalidad acorde a determinados intereses.
La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2015, muestra resultados de percepciones de la realidad construidas a través de la comunicación y el contacto externo. Resultados que son preocupantes, si recordamos que el proyecto de Presupuesto de Egresos Federal para Justicia, Prevención y otras áreas estratégicas, se ha presentado recortado y con menos recursos para su ejercicio en el 2016. 22.8 millones de víctimas mayores de 18 años, en el año 2014 en suelo mexicano (cifra mayor al año 2013); mayor cantidad de delitos, percepción de inseguridad, y desconfianza en algunas autoridades, es lo que refleja una encuesta basada en percepción generada a partir de vivencias personales.
Es cierto que algunos de los datos de la ENVIPE deben ser analizados con mayor información, como por ejemplo qué fue entendido por ciertos delitos por los encuestados; que tengan clara distinción entre autoridades de Procuración y Administración de justicia, pues en muchas ocasiones se confunden los procedimientos de investigación (Ministerio Público) con los de juzgamiento (Jueces); y que no todo lo que cause un conflicto necesariamente debe ser resuelto por vía penal, aunque así lo considere el encuestado.
Pero también es cierto que las condiciones críticas de pobreza y carencia de satisfactores, provocan aumento de la delincuencia y, en consecuencia, incremento de la potencialidad de ser víctima de un delito. Si notamos que las cifras oficiales hablan de que en México tenemos poco más de 112 millones de habitantes, de los cuales 55. 3 se encuentran en pobreza (46.2 %), es evidente porqué en el 2014 pudieron existir 22. 8 millones de víctimas. Y esas víctimas perciben el avance de una delincuencia principalmente patrimonial (evidentemente por las carencias), y una falta de respuesta de las autoridades.
No hay que sufrir el síndrome de la ranita que se cocina a fuego lento (Olivier Clecr): en una cacerola con agua fría, se encontraba nadando plácidamente una rana; de repente se enciende un fuego lento bajo la cacerola, y empieza a calentar un poco el agua; la ranita encuentra una temperatura tibia y agradable por lo que sigue nadando alegremente. La temperatura va subiendo, la rana sigue nadando, hasta que ya no es tan agradable el agua, pero la rana no se asusta y sigue ahí. Llega un punto en que el agua está muy caliente, pero la rana está tan débil que no puede hacer nada, por lo que soporta la temperatura. La temperatura aumenta, hasta que la rana simplemente se cocina y muere. Si esta misma rana hubiera sido lanzada a la cacerola cuando el agua ya estuviera hirviendo, de un solo movimiento habría saltado afuera del recipiente. La alegoría tiene relación con las circunstancias que nos rodean, si las toleramos lentamente, si hacemos caso omiso de lo que pasa, la situación empieza a escapar de la consciencia, y no hay reacción ni oposición. La indiferencia nos convierte en víctimas inconscientes, pero permisivas. Nos cocinamos a fuego lento y psicológicamente nos preparamos para vivir “normalmente” en algo que nos hace daño.
Pero es importante señalar, que no es con el aumento de policías o de medidas de control violento con lo que puede bajar esa delincuencia, y consecuentemente la victimización y la percepción de inseguridad; es con el trabajo en la satisfacción de necesidades (alimentación, salud, educación, trabajo, salarios, vivienda, espacios públicos, cultura, etc.), y programas a largo plazo, con lo que podrá disminuirse la delincuencia a un promedio tolerable. Es también con la difusión y comunicación a las víctimas sobre sus derechos, las instancias que pueden ayudarles a resolver alternativamente el conflicto, y con acciones concretas que auxilien a devolverles su dignidad, con lo que la desconfianza en la autoridad irá desapareciendo paulatinamente. Nada mejor que la transparencia y la comunicación clara, para formar nuevas realidades, personalidades y percepciones.
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